Ala al-Din daba vueltas pensativo en torno a la estancia, no podía quitarse de la cabeza la imagen de aquella mujer, su pelo rubio como el oro, aquellos ojos tan azules como el cielo, fue lo poco que pudo ver a través de aquel sedoso velo...

Apareció entre el gentío, parecía una Venus del Olimpo, le encanto aquel aire tímido y recatado que la envolvía, su belleza era engrandecida por la luz del día...
Ala al-Din no pudo resistirse a pasar a su lado, en un breve instante le rozo su mano, ese fue el momento en el que se había enamorado, ahora era el cautivo de un corazón extraño...
Quizo hablar con ella, pero la mujer se hallaba escoltada por dos eunucos eslavos, tenia que tener mucho cuidado para no alarmar a aquellos fornidos esclavos...
Dedujo que aquella vestal pertenecía a algún harem, pensó que su propietario seria algún noble acaudalado, no quería ver a su amada al lado de aquel bastardo...
Ala al-Din ideó un plan, dio algunos felus a un niño y le pidió a cambio que llevara un importante mensaje a su amada, el niño se acerco a la mujer cuando se disponía a entrar en los baños publicos, no levanto ninguna sospecha, nadie, excepto la joven, se percato de nada...
El niño le susurro al oído un poema que Ala al-Din le había enseñado, la mujer quedo estupefacta al sentir la belleza de aquella enigmática poesia...
Le preguntó al niño que quien se lo había enseñado, el niño le contesto que había sido alguien que estaba muy enamorado, alguien cuyo corazón había sido robado...
El niño dijo suavemente el nombre: Ala al-Din, fiel servidor del Único Dios, del Profeta y de nuestro alabado califa Abd al-Rahman III y, desde ahora, también vuestro humilde siervo...
La mujer quedo pensativa y ruborizada, si su amo se enterara seria repudiada, expulsada del harem, convertida en una simple esclava o... con la cabeza cortada...
Pero la curiosidad es el alimento del alma, y pudo más que el pudor de la dama, sus miradas acabarían encontrándose un viernes en la Aljama, Ala al-Din espero oculto a que las mujeres a la mezquita entraran, y a través de una celosías pudo ver de nuevo a su amada...
Salio raudo a la calle empedrada y ,sin pensárselo dos veces, armo una gran algarada, en segundos todas las miradas estaban puestas en él, incluso la mirada que más deseaba atraer...
Alguien dijo en voz alta: ¿Qué le pasa a Ala al-Din?...¿Acaso se ha vuelto loco?..., al escuchar aquel nombre la concubina palideció, aquel era el nombre de su amor, fue entonces cuando se fundieron las miradas de los dos...
Todo se paró, todo incuido el Sol, ya no escuchaban la algarabía de la Medina, la voz del muecín se había apagado, los amantes parecían como hechizados por un mago...
Alguien golpeo a Ala al-Din por la espalda y le hizo caer al suelo, el muchacho deseaba matar a su agresor, a aquel asesino de momentos, cuando levanto la vista su amada ya estaba muy lejos...
Continuará...
El cordobés enmascarado.

3 comentarios enriquecedores...:

Esto de los relatos por entregas te tiene en vilo hasta la siguiente parte.

Muy bonito y original.

Un abrazo.

18 de julio de 2010, 10:06  

Hola cordobés enmascarado, al igual que Paco espero que pronto publiques las siguiente parte de este relato, me ha resultado muy interesante. Un saludo.

20 de julio de 2010, 14:29  

Gracias chicos por vuestras eterna fidelidad, la cuestión es que el acto
segundo puede tardar un poco ya que debido a a la crisis me he tenido que coger un "chapú" para la tarde, una vez que termino mi jornada laboral, en nada que tenga un rato la escribo... gracias mil...

22 de julio de 2010, 12:41  

Ciudadanos del mundo que visitan este blog...

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