Todos dormían en la almunia del Gran Visir Yusuf, todos menos Mustaq, lágrimas de alegría mojaban sus pálidas mejillas, sólo tenia pensamientos para su amado, él había captado la sutil señal...

La visita por sorpresa a la tienda de Ala al-Din, esa fue la confirmación de que aquel amor era recíproco, una amor de dos, de dos locos de amor, un amor con todo en contra, pero era amor...

Los dos días se hicieron eternos para ambos, pero, cada uno por su lado, no perdieron el tiempo, como unidos por una mágica telepatía fueron tramando un plan, un plan que se urdió sin hablar, es el plan que siempre sale cuando se desea de verdad...

Ala al-Din le contó su historia a Rashid, este se sobresalto al saber que su jefe iba tras la concubina del Gran Visir, estuvo a punto de decirle que estaba loco, pero no lo hizo por el respeto que sentía hacia él...

Rashid reconoció que no existe la cordura en el amor, dijo a su buen jefe que podia contar con su fidelidad, estaría ahí para apoyarle...

Ala al-Din le pidió que comprara con discreción dos veloces caballos, también le encomendó el cobro de todo lo que se le adeudaba, acto seguido le regalo su casa de la Medina, acompañado por un buen lote de dinares de oro, Rashid no tendría que preocuparse por su porvenir, por ultimo le pidió el más duro favor: que incendiara su tienda para que pareciera que él había muerto dentro de ella... Rashid a duras penas aceptó...

Mustaq se alió con otra concubina del harem, aquella tarde ambas saldrían a pasear escoltadas por la ribera del rio, Asma, así se llamaba la aliada de Mustaq, atraería la atención de uno de los guardias fingiendo un súbito desmayo, se quedaría con ella esperando ayuda médica, la fidelidad del otro guardia estaba comprada, aquel infiel eslavo se encargaría de llevar a Mustaq al palacio del Gran Visir, pero no sería ese su destino final

El eslavo comprado monto a Mustaq en su caballo y puso rumbo hacia la necrópolis de la desventurada Saqunda, ya casi estaba cayendo el Sol, pronto se descubriría aquella doble deserción, pronto brillarían las espadas a la luz de la Luna...

Llegados a su destino, el guardia bajo de un tirón a Mustaq de la montura, luego espoleo a su negro caballo árabe y puso rumbo hacia el sur, cansado de los abusos de los altos mandos, buscaria fortuna como mercenario en el norte de África...

Mustaq deambulaba entre tejas alineadas, entre cubiertas de antiguas y recientes tumbas, pero no conseguia encontrar a su amado Ala al-Din, de pronto al subir una suave loma pudo ver una borrosa y lejana sombra, eran dos hombre con dos caballos...

La joven indefensa se asusto, aquellos hombres se dirigían hacia ella, su corazón dio un vuelco al ver que uno de ellos era su amado, también pudo reconocer a Rashid...

Por fin frente a frente, los amantes se sintieron muy fuertes, una extraña y cálida energía los invadió, lo que tenia que cumplirse se cumplió, lo que tenia que unirse se unió...

Ala al-Din toco la mano de Mustaq, unas lágrimas sinceras rodaron por su cara, también por la de Rashid, pero el tiempo se agotaba, en el palacio de Yusuf en la Medina ya debía de estar preparada la guardia...

Sin pensar más, subieron a los dos frescos caballos que Rashid había comprado, se despidieron de él y los espolearon rumbo a Granada, allí vivían algunos familiares de Ala al-Din que tenían importantes contactos en las Alpujarras, durante un tiempo la sierra de Granada seria su humilde pero entrañable morada...

En Córdoba la noticia ya estaba totalmente extendida, el pueblo se reía públicamente del denostado Gran Visir, incluso el Califa lo acabó deponiendo ante su falta de credibilidad...

Yusuf hervía por dentro, le mataban los celos y la ira, gasto casi toda su fortuna en buscar a su infiel concubina, quería arrancarle la piel con sus propias manos...

Los amantes vivían de noche y dormían de día, solían cambiar de cueva a menudo, alguna vez que otra, sintieron cerca el aliento de la guardia de Yusuf, pero el tiempo pasaba en su favor...

Un buen día el malogrado Gran Visir murió, hasta las Alpujarras la fantástica noticia llego, en las cuevas todo era un clamor, una gran fiesta se organizo, en ella Ala al-Din a Mustaq declaro públicamente su amor, poco después se casaron entre una gran algarabía...

Decidieron pasar al norte de África por si las moscas, llegaron hasta Fez, donde vivan muchos de los expulsados de Saqunda por Al-Hakam, allí fueron muy bien acogidos... llegaron a tener dos hijos y tres hijas...

Mustaq usaba su velo para no ser reconocida, era la mejor forma de evitar añejas rencillas, era una consecuencia de su decisión, los hijos de Yusuf en al Andalus no eran tan poderosos como lo había sido su padre, pero estaban empeñados en limpiar su honor... nada que no se pudiera arreglar con vista de águila y mucha discreción...

Ala al-Din pronto siguió su camino natural, lo suyo era el comercio y a eso se dedico, consiguió reunir una pequeña fortuna vendiendo monturas para caballos árabes, nunca fueron descubiertos, consiguieron pasar desapercibidos...

Ala al-Din se despertó de su sueño como alguien que vive después de haber muerto, sus ojos se hallaban ensangrentados y muy abiertos, se despertó temiendo que todo hubiese sido un sueño, miro a su lado y vio a Mustaq arropada con una manta de lana, se relajo y dio gracias a Alá por seguir al lado de su amada...

Fin.

El cordobés enmascarado

3 comentarios enriquecedores...:

Que bonita historia amigo, me ha encantado, además con final feliz. Enhorabuena cordobés enmascarado.

13 de agosto de 2010, 13:53  

Me ha encantado¡ Estaba temiendo que el relato no tuviera final feliz....... con lo que me gustan los finales felices :-)

17 de agosto de 2010, 8:09  

De vez en cuando la vida tambien tiene finales felices...
Un fuerte abrazo a tod@s y gracias por vuestros comentarios...

18 de agosto de 2010, 1:54  

Ciudadanos del mundo que visitan este blog...

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