Ala al-Din no paraba de maldecir a su mala suerte, ahora sabia lo que se siente cuando algo se pierde, su anónima amada había sido absorbida por una multitud de gente...

Sólo durante un breve instante se pudieron mirar fijamente, un lapsus de tiempo corto, pero suficiente, en su pecho pudo sentir como ascendía un fuego ardiente...

Pasaron tres días y tres noches hasta que la volvió a ver, fue en el zoco de la Medina, la vio de refilón, justo cuando doblaba una esquina, le dolió el corazón, sintió como si en él se clavaran espinas...

Oculto entre el gentío la siguió, Ala al-Din conocía bien aquel lugar, ya que en él solía comerciar, no muy lejos de allí poseía una tienda en la que vendía caras mercancías, alfombras de Persia, incienso de la India, seda de China...

Aquellas ventas le permitían llevar una buena vida, aunque había una pega insalvable, a sus 34 años aun no había conocido el verdadero Amor, pero eso ya era cosa del pasado...

Siempre, desde niño, había sido muy testarudo, siempre conseguía lo que se proponía, eso si, a base de desarrollar un gran esfuerzo, pero lo conseguía, tarde o temprano lo obtenía...

Concentrado en su peligrosa misión siguió a la chica, de nuevo el desafío seria salvar la vigilancia de los dos esclavos que la acompañaban, tenia que idear un nuevo plan...

De pronto se dio cuenta de que aquel cortejo se dirigía hacia un lugar muy conocido para él, no lo podía creer, !se dirigían hacia su tienda!...

Ala al-Din acorto trecho por un atajo, consiguió llegar a su tienda antes de que lo hiciera su amada y aquellos que la acompañaban...

Rashid, un trabajador a sueldo que Ala al-Din tenia como empleado, se quedo perplejo al ver como su dueño entraba casi asfixiado en la tienda, pensó que le habían robado o intentado robar...

Ala al-Din le ordeno que se retirara a la trastienda, el se quedaría atendiendo a los clientes...

Rashid se retiro contrariado y farfullando, poco después la mujer y su escolta entraron en la tienda, uno de los esclavos, rubio y fuerte, con un claro acento eslavo, dijo lo siguiente: "Se presenta ante ti Mustaq, primera concubina del harem de nuestro alabado visir Yusuf, desea comprar en tu tienda ricos vestidos de seda y pedrería, muéstrale tu mercancía".

La chica permanecía inmóvil tras los dos esclavos, el velo le cubría la cara, sólo mostraba los ojos y un mechón de pelo rubio, Ala al-Din estaba temblando, se giro y fue en busca de varios de sus mejores vestidos...

Luego los extendió sobre una mesa, la mujer se inclino sobre ellos desprendiendo una dulce olor que embriago el alma de Ala al-Din, pudo ver como sus tersas manos competían en suavidad con la más fina seda, eran blancas como la leche...

De repente sonó una suave voz árabe con una marcado acento norteño, era la primera vez que Ala al-Din escuchaba la voz de su amada, ya jamas la olvidaría...

La concubina le dijo al mercader que se llevaba todo el lote de ropa, uno de los esclavos saco una bolsa de cuero llena de monedas y pago a Ala al-Din con unos preciados dinares de oro...

Sin embargo, mientras empaquetaba los vestidos de su dama, Ala al-Din introdujo una nota escrita entre ellos con mucho disimulo, un texto escrito con pulso acelerado, con mano firme y , a la vez, temblorosa...

Si aquel trozo de papel caía en otras manos que no fueran las de su amada seria el fin de los dos, se reprochaba a si mismo el haber arriesgado la vida de su otra mitad, pero no vio otro camino y... ¿quién conoce los caminos del Amor?... ¿quién es maestro en el Amor?...

Al caer la noche, un candil con goterones de vedrio verde iluminaba una lujosa alcoba en la finca de recreo del visir Yusuf, una delgada sombra se proyectaba contra la pared, Mustaq habia encontrado la nota de al-Din, en ella se podía leer: " en el cementerio de Saqunda dentro de dos días cuando caiga el Sol"...

Continuará...

El cordobés enmascarado.

Ala al-Din daba vueltas pensativo en torno a la estancia, no podía quitarse de la cabeza la imagen de aquella mujer, su pelo rubio como el oro, aquellos ojos tan azules como el cielo, fue lo poco que pudo ver a través de aquel sedoso velo...

Apareció entre el gentío, parecía una Venus del Olimpo, le encanto aquel aire tímido y recatado que la envolvía, su belleza era engrandecida por la luz del día...
Ala al-Din no pudo resistirse a pasar a su lado, en un breve instante le rozo su mano, ese fue el momento en el que se había enamorado, ahora era el cautivo de un corazón extraño...
Quizo hablar con ella, pero la mujer se hallaba escoltada por dos eunucos eslavos, tenia que tener mucho cuidado para no alarmar a aquellos fornidos esclavos...
Dedujo que aquella vestal pertenecía a algún harem, pensó que su propietario seria algún noble acaudalado, no quería ver a su amada al lado de aquel bastardo...
Ala al-Din ideó un plan, dio algunos felus a un niño y le pidió a cambio que llevara un importante mensaje a su amada, el niño se acerco a la mujer cuando se disponía a entrar en los baños publicos, no levanto ninguna sospecha, nadie, excepto la joven, se percato de nada...
El niño le susurro al oído un poema que Ala al-Din le había enseñado, la mujer quedo estupefacta al sentir la belleza de aquella enigmática poesia...
Le preguntó al niño que quien se lo había enseñado, el niño le contesto que había sido alguien que estaba muy enamorado, alguien cuyo corazón había sido robado...
El niño dijo suavemente el nombre: Ala al-Din, fiel servidor del Único Dios, del Profeta y de nuestro alabado califa Abd al-Rahman III y, desde ahora, también vuestro humilde siervo...
La mujer quedo pensativa y ruborizada, si su amo se enterara seria repudiada, expulsada del harem, convertida en una simple esclava o... con la cabeza cortada...
Pero la curiosidad es el alimento del alma, y pudo más que el pudor de la dama, sus miradas acabarían encontrándose un viernes en la Aljama, Ala al-Din espero oculto a que las mujeres a la mezquita entraran, y a través de una celosías pudo ver de nuevo a su amada...
Salio raudo a la calle empedrada y ,sin pensárselo dos veces, armo una gran algarada, en segundos todas las miradas estaban puestas en él, incluso la mirada que más deseaba atraer...
Alguien dijo en voz alta: ¿Qué le pasa a Ala al-Din?...¿Acaso se ha vuelto loco?..., al escuchar aquel nombre la concubina palideció, aquel era el nombre de su amor, fue entonces cuando se fundieron las miradas de los dos...
Todo se paró, todo incuido el Sol, ya no escuchaban la algarabía de la Medina, la voz del muecín se había apagado, los amantes parecían como hechizados por un mago...
Alguien golpeo a Ala al-Din por la espalda y le hizo caer al suelo, el muchacho deseaba matar a su agresor, a aquel asesino de momentos, cuando levanto la vista su amada ya estaba muy lejos...
Continuará...
El cordobés enmascarado.

Cansado de subidas y bajadas, pero la vida es así, me conformo con vivir lentamente, sólo deseo que tu estés ahí, a tu lado no temo el porvenir...

Siento como unos días crezco y otros me hago más pequeño, intento agarrarme a mi sueño, te imagino dentro de él, tal y como hice en el ayer...
Quiero merecerte, llegar a Luna llena desde el cuarto creciente, dejar de verme como a una victima inocente, intento reconciliar a mi cuerpo con mi mente...
Sentirte a cada momento, disfrutarte cada décima de segundo, seguir amándote cuando ya no exista este mundo, apretados uno al otro como el más fuerte de los nudos...
!Qué exista fluidez entre nosotros!... salvajes como dos jóvenes potros, sincronizados como una gran coro, individualizados pero unidos en un magnifico todo...
Probando soluciones, no cayendo en falsos temores, variados como los colores, el nexo serán nuestros corazones, ambos brillaran unidos como dos potentes soles...
Amor, aprenderemos a ser personas, cuando lo consigamos celebraremos de nuevo nuestra boda, será nuestro premio, algo de lo que de verdad disfrutaremos, ambos nos lo merecemos...
El cordobés enmascarado.

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