Gente normal y corriente que no es tan normal ni tan corriente, recorren las calles, recorren sus casas, mucho movimiento pero el viaje es a ninguna parte, todos perdidos, todos buscando un sentido...

Gente que grita en el mercado, que saca su chequera en un lujoso banco, gente miserable robando, gente honorable robando, lo publico no es de nadie, no tiene rostro ni amo, es nuestro por eso meto la mano...

Gente que se droga para no entender, para no saber, para no sentir, gente que hace tiempo que ya no vive aquí, gente que ya no soporta las injusticias, gente que dejo de confiar en la justicia, gente abandonada, gente enmallada, gente que va de todo pero que a solas no es nada...

Gente y mas gente, una cantidad ingente de gente, gente desconfiada, gente arrepentida, gente indecente, gente envidiosa, gente codiciosa... gente viciosa...

Gente irreverente, gente... vida y muerte, gente a la que no quieres ver, gente que no quiere verte, tu no eres de su clan, gente cuyo nombre jamas se recordara, gente que trascenderá, con gente eres un numero y sin gente no sobrevivirás...

Gente en el autobús, gente en el paro, gente de la que han abusado, gente que abusa y que se lava las manos, gente que usa a otra gente como escudos humanos, gente que miente, gente que mata, gente que hiere, gente que ama, gente que cree que ama, gente que trasnocha, gente que se va temprano a la cama...

Gente con sangre azul, gente con las venas rotas, gente que abandona, gente que persigue las cosas, gente que vive en la indolencia, gente con y sin paciencia, gente con y sin benevolencia, gente de la calle, gente de ciencia con y sin conciencia...

Gente que toma hormonas, gente del Madrid, gente del Barcelona, gente de Córdoba, gente de Girona, gente dentro y fuera de la buena zona, gente fea y gente mona... me doy cuenta que entre tanta gente pocos y pocas somos personas...

El cordobés enmascarado.

Marcus empaló a la prostituta, ésta estaba acostumbrada a tener entre sus nalgas a más hombres de los que llegaba a desear, su cara sabía fingir de placer, el cliente de esta noche no era un cualquiera... no podía quedar mal...

Saciada su lujuria, Marcus se levantó del catre dando un poderoso salto y, tras arrojar un puñado de monedas al suelo, salio de la diminuta cubícula... echó un vistazo a la parte superior de la entrada de la habitación, se deleito observando los frescos allí pintados en los que se representaba un cunilingus, luego soltó una honda carcajada y salió del lupanar.

Sus pasos resonaban en la oscura noche de la Subura, esta noche el senador no ha traído a su escolta, vestido como un plebeyo prefiere pasar desapercibido, le da morbo mezclarse con la plebe sin ser descubierto...

Durante el día su voz resuena en la Curia, pero durante la noche da rienda suelta a sus más bajos instintos... le gusta el vino, la fiesta desenfrenada, abusar de las prostitutas, le encanta reírse de ellas y humillarlas, es un encubierto pederasta...

Gracias a su dinero y a su poder tiene acceso a todo lo que puede desear, aún no ha descubierto nada que el dinero no pudiera comprar, todo estaba al alcance de su acaudalada bolsa...

Pero esta noche los demonios oscuros que lo protegían se han apartado de su lado, los dioses están enfadados y a Marcus ya se lo han demostrado: hace no muchos días un rayo cayó sobre la litera del senador cuando se trasladaba por su villa de la Toscana, algo que se considera en esta época un castigo divino, y maldito a áquel que lo ha recibido...

Aunque Marcus no creía en los dioses, se burlaba de ellos en secreto, lo que no impedía que acudiera a todos los actos religiosos, al igual que la prostituta de la Subura sabia fingir muy bien...

Por la mañana había acudido a uno de estos actos y se fijo en una esclava que pertenecía al legado Rufus, era bella como la Luna, como Juno... como Venus, en su cara solo había inocencia, apenas era todavía una niña, una cría que empezaba a ser mujer... un blanco perfecto para el retorcido Marcus...

Una vez concluida la ceremonia subió a su litera, desde allí llamo al jefe de sus esclavos, Alortigis, un íbero que, junto a su familia, había sido hecho esclavo en Hispania, su castro se negó a aceptar las exigencias de los romanos, la mayoría del poblado fue pasado a cuchillo y el resto vendidos como ganado en los diferentes puertos esclavistas del Imperio...

Alortigis había sabido ganarse la confianza de su cruel amo, para él y para su familia era la única forma de conservar la vida, a cambio realizaba para su señor los más terribles mandados... pero esta vez no seria igual...

La esclava en la que se había fijado Marcus también era una íbera como él, ¡maldita casualidad!... pensó Alortigis, todo habría sido más fácil si no hubiese sabido el origen de aquella chica...

Pero él tenia aún unos valores que defender, poco a poco se habían ido apagando en su interior, aunque todavía le quedaban unos últimos rescoldos de honor, era lo único que le mantenía unido a sus raíces, a aquellas enseñanzas que le traspaso su padre, el gran jefe turdetano, heredero de la legendaria Tartesos...

Por su sangre corría sangre de héroes, pero la necesidad inquebrantable de vivir la había ido envenenando, cada acto atroz que cometía para Marcus lo alejaba más de aquellos ideales...

Marcus desde la litera le dijo al oído...”tráeme a esa chica a la domus esta noche o tu mujer pagará con su vida”...

Alortigis casi no podía controlar la descomposición de su cara, no quería que su amo notara el terror que sentía, durante mucho tiempo se había entrenado para ser frío como la nieve, se limitaba a cumplir sus cometidos sin hacer preguntas, solo servía y vivía...

Pero esta vez no tenia mucho tiempo, la noche se acercaba, tenia que pensar, aquella no era una mujer íbera cualquiera, ni siquiera era de una tribu rival, él la conocía bien, la había visto hacia unos años en su tierra, en un pacto celebrado entre tribus, aquella mujer como él, también llevaba en sus venas la sangre de la realeza íbera, la había visto muy pequeña pero aun la podía reconocer, tenia toda la cara de su madre, la reina de los Turdulos, la mujer de la que un día Alortigis estuvo enamorado...

Aquella era la hija del hombre que le había arrebatado a su amor, los pactos tribales eran los que determinaban los matrimonios y Kara no pudo elegir, su padre se encargo de todo, ganar la guerra era mas importante que atender los deseos de su hija...

Pero Alortigis sabia que ella le llego a amar y aquel pensamiento no dejaba de darle vueltas por la cabeza, aquel amor ya pertenecía al pasado, él tenía a su mujer, a la que amaba y por la que hacia todas aquellas atrocidades para Marcus, su obsesión era salvaguardar la vida de su familia... pero aquella chica...

No paraba de pensar en lo que haría el senador con ella, él siempre estaba presente en los macabros juegos de Marcus, tenia que atender sus ordenes, junto con otros esclavos inferiores...

Lo había visto desollar con sus manos innumerables cuerpos humanos, violar a vírgenes elegidas cuidadosamente, mil y una barbaridad que habrían aterrorizado a los más oscuros demonios de Hades...

Hacia, a la luz de la Luna y en determinadas fechas, ritos en los que adoraba a las energías negativas de la Tierra y del Cielo, creía ciegamente que debía su poder a aquellos oníricos rituales...

Tomaba drogas que le hacían entrar en éxtasis y que le aumentaban su voracidad de mal, aquel mal nacido no merecía ni siquiera vivir... y ,sin embargo, era idolatrado por las masas que desconocían su cara oculta, los cautivaba con su oratoria... les daba lo que más querían: pan y circo, comida y sangre a raudales, Marcus adoraba ver morir a los gladiadores y a las bestias en la arena...

La noche se acercaba, tenia que reaccionar, tenia que desempolvar su alma de guerrero noble...

Corrió hacia la domus y excavo bajo un árbol del huerto, allí encontró una vieja falcata que había comprado a hurtadillas en el mercado, la escondió bajo tierra aprovechando las ventajas que le daba ser el jefe de los esclavos, si se la hubiesen encontrado habría muerto en el instante... de vez en cuando la desenterraba y la limpiaba, tenerla en sus manos le recordaba su pasado, en la hoja afilada veía a los romanos destrozando su poblado, matando a su padre y violando a su madre, las lágrimas caían en el mandoble y se deslizaban hasta el suelo...

Alortigis se la guardo bajo la túnica y salio de la casa de su amo en dirección a la Urbs, ya casi había anochecido...

Espero pacientemente a que su amo saliera del lupanar, se cubrió la cara y lo siguió en silencio, la oscuridad era su aliado...

Se cercioro de que nadie había en derredor, se acerco sigiloso a su dominus y lo llamo por su nombre casi susurrando, cuando aquel desgraciado se giro, Alortigis hundió con furia la falcata en su pecho, a través de la hendidura longitudinal de la hoja el aire entro en el cuerpo del senador, su suerte ya estaba echada...

El cuerpo cayó inerte al suelo, aquel malvado suplicaba clemencia a su esclavo, pero Alortigis no iba a tener piedad, tras coger la bolsa llena de denarios de su amo, le remato de un derechazo... la sangre del senador cubría la calle, el íbero escucho pasos y salio de allí como alma que lleva el diablo...

Casi había amanecido cuando llego a la casa de Marcus, entro por la puerta de los esclavos, éstos dormían en sus lechos esperando que, como cada mañana Alortigis les despertara con un sonoro aullido, aquello también era una ventaja, ya que la túnica del esclavo íbero se hallaba manchada con la sangre de su cruel amo...

Ando raudo y en poco tiempo se había lavado y cambiado de vestiduras, las que llevaba puestas cuando cometió el asesinato las quemo sin dejar rastro...”quien se va a fijar en como viste un esclavo”... pensó...

Luego empezó el día con normalidad, hacia la hora nona unos policías llamaron a la puerta de la domus, pudo oír como la domina lloraba desconsolada, “su marido ha sido asesinado por un vulgar ladrón en la Subura”... dijo uno de los policías...

“Ya lo hemos encontrado y crucificado hasta morir”... aquellas palabras fueron justo las que el ibero quería escuchar, luego en su habitación rezo por el pobre desdichado que había muerto en su lugar, y tras pedir perdón a los dioses por su acto, esbozo una tímida sonrisa, de nuevo podía sentir en su pecho la bella sensación del honor, de la justicia, de nuevo volvía ha sentirse íbero...

El cordobés enmascarado.

La Historia es una bella ciencia que estudia nuestro pasado de un forma objetiva, así debería de ser, un reflejo fiel de innumerables hechos humanos acaecidos... pero que lejos se encuentra de este quimérico ideal...

Sólo hay que adentrarse en ella para ver que no siempre se nos cuenta la verdad, no existe una historia lineal, la historia es un ciclo que lleva miles de años repitiéndose de manera ininterrumpida... quizás a muchos esto les parezca una herejía, pero para mi es la verdad... veamos algunos motivos:
La historia siempre la escriben los que mandan, los que ganan las guerras, son los historiadores de los vencedores y poderosos los que escriben la historia...

Es en esos textos en los que se inspiran nuestros historiadores para seguir reescribiendola, pero esas fuentes están adulteradas, no fueron redactadas de manera objetiva, sino de manera partidista... además la Historia no entiende de antes o después de Cristo, éste es uno más dentro de algo tan amplio como es la Historia, de la que el 90% es Prehistoria que, al no existir textos en esta época, ha sido condenada al ostracismo durante muchos años... a pesar de ser humanos aquellos que la protagonizan, algunos de ellos mucho más humanos que los actuales...

Por otro lado, el historiador debe de ser como un juez, imparcial, solo debe de guiarse por su espíritu critico, sin dejarse influenciar por creencias políticas, sociales o religiosas, su única misión es plasmar y divulgar los acontecimiento que analiza...

La historia es un fenómeno cíclico, todos los pueblos llevan a cabo una evolución propia, pero en ella siempre se repite el mismo ciclo...

Creemos que somos muy distintos a los romanos o a los egipcios, o a otras tantas culturas, pero no somos tan diferentes a ellos, mas bien diría que todos somos o han sido seres humanos, y la Humanidad tiene mas aspectos en común que diferencias y ahí esta la Historia para demostrarlo...

Ellos y nosotros nos regimos por la ambición, por el deseo de trascender, nos gobierna el vicio, lo material...

Aquí y allí existen clases sociales, como decía mi abuela: “siempre hubo ricos y pobres”, pero yo le añadiría: “siempre hubo reyes y nobles”...

En las hojas del libro de la Historia encontraras continuas luchas entre ellos y de ellos contra todos los demás, encontraras hambres, epidemias, injusticias y mil penurias mas, los pobres han sido siempre los que mas han sufrido estas calamidades... y los que las siguen sufriendo...

También encontraras actos valerosos, momentos de gran alegría, situaciones en las que el hombre y la mujer dieron un alto nivel humano...

La Historia esta repleta de grandes genios, de enorme ejemplos, unos se conocen y otros permanecerán por siempre olvidados... unas veces por casualidad y otras de manera intencionada...

Pero no son tantos los cambios, aún existen los patricios en el siglo XXI, existe la plebe, existe un poderoso clero... antes de Amón y ahora del Vaticano...

Existen los suburbios, existen las guerras, la Historia describe un circulo... nacimiento-auge-decadencia... y vuelta a empezar...

Hemos abandonado la túnica para vestir tejanos, el burro por un 800 “caballos”, las señales de humo por Internet y el sony vaio, pero nuestro interior no ha mutado tanto, son las mismas directrices las que, desde hace mucho, nos siguen guiando...

Dinero, poder, quedarme por encima del otro, ser dueño de toda la verdad, fama, relevancia, ostentación... deseos de perdurar... amor, curiosidad, honor, instinto de supervivencia... pero, sobre todo, mucho miedo... temor a lo desconocido, a lo que es diferente a nosotros...

Somos los mismos con otro aspecto, muy avanzados en medicina y ciencia, pero muy alejados del conocimiento, estoy convencido de que si la Humanidad un día estuvo cerca, fue en tiempo de nuestros ancestros, nosotros cada vez estamos mas lejos... quizás en eso también acabemos rompiendo moldes, rompiendo el ciclo...

El cordobés enmascarado.

El peregrino hizo un alto en el camino, miró sus pies ensangrentados por el largo trecho andado, respiró hondo y se sintió afortunado...

La Vida le estaba dando la oportunidad de conocerse a si mismo, paso a paso le enseñaba a cuidarse, a dosificar sus fuerzas, a apreciar a los compañeros de caminar...

Durante el día el camino se hacia agotador, pero dentro de si encontraba reservas que desconocía, fluía una energía con la que no contaba... ella le ayudaba a superar grandes esfuerzos y escollos...

Durante la noche, tumbado bajo un árbol no muy lejos del camino, solía reflexionar sobre la etapa, encontraba soluciones a problemas enquistados, se maravillaba con ello, durante años busco esas soluciones y no las encontró...

Llego a la conclusión de que, hasta ese momento, nunca había conectado realmente con su interior, había vivido adormecido en una rancia y subjetiva realidad, autoengañado por falsas creencias y asustado por peligros inventados...

Todo lo anterior había sido un montaje creado por él, una manera de no romper con una realidad a la que se sentía muy acostumbrado, un acomodo...

Se dio cuenta de que el miedo era su peor enemigo, un enemigo querido, la costumbre se había hecho ley... hasta ese momento había sido el vasallo de un miedo transformado en rey...

Necesitaba renacer, ser una nueva persona, dar un nuevo sentido a su vida...

Su cuerpo y su alma necesitaban con urgencia ser oídos, su objetivo, en la segunda parte de su vida, seria sacarlos de la precariedad, de años de olvido y soledad...

El peregrino lanzo un beso al Cielo y luego a la Tierra, beso su mano derecha y la puso en su frente, se sintió ungido, se sintió protegido... la soledad se había ido... ahora sus sueños serian complacidos...

El cordobés enmascarado.

Dedicada a todos aquellos que buscan conectar consigo mismos y con la Naturaleza, ¿pero qué difícil es en la vida que vivimos?...

Abuelo cuéntame una historia de cuando eras joven como yo, quiero saber que aventuras has vivido, aprender con ellas...

El abuelo pensó durante un momento y luego con voz nostálgica empezó a contar:

“Una vez, cuando tenía más o menos tu edad, unos doce años, en el tiempo de la guerra, conocí a una chica, la conocí una mañana en el mercado, me llamo mucho la atención su cara llena de pecas...

Me quede pasmado delante de ella mirando su cara, como fascinado, casi como si estuviera enamorado, aunque todavía no sabia muy bien que era eso...

Días más tarde en la era, donde los niños jugábamos con palos a fusilarnos, la volví a ver, casi sin darme cuenta grité para llamarla y ella se acercó...

La invité a jugar con mis amigos, le propuse que fuera enfermera y que curara a los heridos, le dije que sería nuestro ángel de la guarda... ella se rió y aceptó...

Jugamos y nos divertimos toda la tarde, hasta casi anochecer, entonces ella me dijo que se tenía que ir al hospicio, yo me extrañé y le pregunté por qué...

Ella me contó que su familia había muerto en un bombardeo, que no tenía a nadie más... estaba sola en el mundo... su casa había sido reducida a escombros... una familia la había traído en su carro hasta la capital... la dejaron en la puerta del hospicio, como a tantos otros niños...

Me quede impactado, me acorde de mis continuas quejas hacia mis padres, de las veces que me reñían por no hacerles caso, pensaba en que sería de mi sin ellos, sólo soy un niño...

Luego pensé en la niña...¿que sería de ella?...me puse muy triste y ella me lo notó...

Me despedí y me fuí a casa, esa noche dí a mi madre y a mi padre un gran beso antes de irme a dormir, luego en la cama pensé en la niña y con ella en la mente me dormí...

No supe mas de ella hasta varias semanas después, la Guerra Civil había llegado hasta las mismas puertas de mi casa... todos los días nos bombardeaban, ¡todos los días!... fueron semanas enteras sin ir a la escuela, de la casa íbamos al refugio con todos nuestros vecinos...

Allí podía oír las bombas caer sobre nuestras cabezas, una de esas bombas fue a dar en una de las alas del hospicio, mato a muchos niños y a muchas de las mujeres que cuidaban de ellos, esa fue la razón por la que volví a ver a la niña huérfana...

Entro en el refugio junto con algunos supervivientes, me alegre de verla, sentí una alegría que pocas veces a lo largo de mi vida he sentido...

Tenia la cara negruzca del humo, pero me parecía muy guapa, le hice muecas con la cara y ella se rió...

En un momento determinado las bombas cesaron de caer, las alarmas antiaéreas dejaron de sonar, la gente empezó a salir del bunker...

Ya quedábamos pocos por salir, recuerdo que estaba junto a mi padre, a punto de subir las escaleras de salida del refugio...

De repente aquella niña me cogió como poseída del brazo, tiraba de mi con todas sus fuerzas, mi padre miraba atónito la escena y llamo a mi madre para que la presenciara...

El altercado provoco que quedáramos los últimos, y de pronto se escucho aquella tremenda explosión, caímos hacia atrás, la onda expansiva jugaba con mi cuerpo, para colmo de males fui a caer sobre aquella misteriosa niña... le di un buen golpe, la oía gritar de dolor...

Cuando se disipo el humo pude ver lo que había pasado, un avión rezagado había tirado una bomba contra la puerta del bunker, todos los que salían yacían muertos, una carnicería, aquella dantesca imagen se grabo a fuego en mi memoria...

Solo nos salvamos los que quedamos atrás, los que no salimos del bunker, era como si aquella niña lo hubiera intuido, hoy estoy aquí gracias a ella, a mi ángel de la guarda...”

El nieto miraba maravillado a su abuelo y a bote pronto le pregunto: “¿ abuelo y como se llamaba aquella niña?”...

El abuelo le contesto que se llamaba Ruth, el nieto no se lo podía creer... Ruth era su abuela...

El cordobés enmascarado.

Dedicado a todos los niños que tuvieron la mala suerte de vivir la Guerra Civil...

Gaius Iunius maldice a todos los demonios del negro abismo, reniega de Fortuna, desearía que en este momento la sangre de sus enemigos cubriese la Luna...

Equivocados augurios le llevaron a cometer aquel error fatal, aquellos sátiros dioses le dijeron que Manius Cloelius era de fiar, pero sólo era un chantajista vulgar... alguien carente de lealtad...

Se repetia: “es lo que pasa cuando un senador romano trata con un truán”... pero el mal ya estaba hecho... la conjura contra el malvado Calígula no había tenido éxito...

Manius los traiciono por una villa rodeada de extensas zonas de labor, muchos de los conjurados sus venas cortaron...antes que caer en las garras del tirano...otros como Gaius se autodeportaron...

Aristócratas convertidos en mendigos para poder pasar desapercibidos, asustados ante el más minimo ruido, rodeados de plebeyos, esclavos y campesinos...

Gaius pensó en su familia, lejos quedaba su amada Hispania... quizás la posibilidad fuera, a través de Sicilia, pasar a África... y para ello tendría que salvar una férrea vigilancia...

Escondido en una caja de madera fue transportado al puerto, haciéndose pasar por un muerto, circulando entre legionarios informados del desafortunado acontecimiento...

Gaius pudo oír que todos sus compañeros de conjura habían sido apresados en los caminos, el idolatra los había crucificado como a simples bandidos...

Eran senadores y caballeros... ciudadanos de Roma... representantes de estirpes legendarias... personas que amaban a su patria... para no delatarse tuvo que contener las lágrimas...

Pero Gaius no tenia tiempo de llorar, solo pensaba en llegar a su hogar... en coger a su familia y huir a algún lejano lugar...

Aunque Roma no perdonaba a traidores y siempre han existido personas ajenas a los honores, todo lo contrario a lo que sucede con los grandes luchadores...

El marinero que le delató creía que hacia un bien, ¡pobre iluso!... !pobre inculto!... delataba a un hombre dispuesto a cambiar el mundo...

Muchos de los senadores eran corruptos, usaban su puesto en el Senado para sus propios usos, pero Gaius era una excepción ya que, junto a algunos más, combatían aquellos abusos...

Los mafiosos los tenían en el punto de mira, estaban esperando a la más mínima... y aquel maldito complot falló...

Al final se impuso la muerte y la desolación sobre la fuerza y el honor, venció el loco, el matricida... junto con los sucios senadores que lo adoran como a la Triada Capitolina...

Aquella caja se abrió de manera violenta, Gaius sintió como la gladius le seccionaba la arteria, sintió como la sangre brotaba de ella...

La última imagen que vió antes de morir fue la de su mujer bella, la de su hijo, la de su tierra...la de la capital de la Bética...

El cordobés enmascarado.

Dedicado a todos aquellos que se sublevaron contra un tirano y acabaron mal...

Entre jardines lloraba desconsolada, toda su cara sus lágrimas mojaban, entre la opulencia se sentía desdichada...

Recordaba con anhelo sus lejanas y norteñas montañas, de donde un día por los herejes fue raptada, de los brazos de sus padres arrancada...

Transportada a tierra extraña, de gentes con caras tostadas que hablaban lenguas profanas, que se burlaban de su tez blanca...

Adiestrada en la cultura y en las ciencias, su amo con ella tuvo mucha paciencia, veía en ella a una mujer a la que algún día harían reverencias...

Las puertas del Alcázar se abrieron para ella una soleada mañana, un elegante eunuco la eligió para el harén califal, en poco tiempo a grandes bellezas femeninas acabaría por eclipsar...

Favorita de Al-Hakam II, madre del malogrado Hisham, pero las personas siempre quieren más...

El destino la traicionó, en su camino puso al apuesto Almanzor, avispado supo robar su corazón...

En la trampa cayó, aquello era conveniencia y no amor, se sentía insensata...pecadora...idiota...su vida ahora estaba rota...

Ya no había marcha atrás, los rumores de su idilio habían llegado a los oídos de Al-Hakam, ahora su ira tendría que afrontar...

Pero hacia ya mucho tiempo que el califa andaba perdido entre sus libros, hacia poco caso a su mujer y su hijo, presentia que se acercaban malos tiempos para su querido paraíso...

Subh pensó que fue su olvido hacia ella lo que la llevo a cometer aquel error, se sentía sola en un pueblo de desconocidos, enclaustrada entre muros fríos, él sólo quería un hijo...

Muchas veces lo maldijo, aunque también lo quiso, pero era Al-Hakam él que la sacaba de quicio...

Él y sus malditos libros, se preguntaba si alguna vez de verdad la amo, fue el rencor lo que la arrojó a los brazos de Almanzor...

¡Maldito fanfarrón!...nunca cumplió lo que entre sedas persas le prometió, para él sólo era una rareza rubia, una simple concubina, un peldaño más para llegar al mimbar...

Sólo algo que ostentar, una bella joya que indirectamente mostrar, toda Córdoba lo sabia...formaban parte de las habladurías...

No mucho después Al-Hakam moría y ella su destino cada vez más claro veía, morir olvidada y desprotegida...

Hoy cuando paseo junto al Alcázar o por Medinat Al-Zahra aún puedo oler su fragancia, oigo el llanto de la esclava barbara, de la sultana vasca...de una reina que anhelaba sus montañas...

El cordobés enmascarado.

Ciudadanos del mundo que visitan este blog...

Blogger Template by Blogcrowds